Seis pares de botas [de Ángel Dámaso Soto]

Seis pares de botas
Ángel Dámaso soto

Han pasado muchos años… Quizás por esa razón todo ha cambiado tanto. Era terminando las fechas navideñas, aquéllas que hoy muchos añoramos, cuando las zambombas y panderetas acompañaban el jolgorio de nuestras voces: todos juntos cantábamos sin parar aquellos villancicos que se nos han quedado clavados en la mente a más de uno.

¡Eso sí que eran Navidades! No como las de hoy, que a bote pronto podría decir que son una mala imitación.

Era cinco de enero y la carta a los Reyes Magos no se la había enviado. Ni mucho menos fue por olvido, sino porque en mi barrio por no haber, no había ni buzón y de cartero ni me acuerdo. Me solía divertir jugando al escondite, a las chapas, bailando el trompo… ay!, olvidaba lo principal: con el tirachinas me lo pasaba genial.

eran tiempos diferentes, ni peores ni mejores que los de hoy, pero al menos vivíamos la realidad. Sinceramente creo que las nuevas tecnologías nos están confundiendo y, por olvidar, hasta los niños se han olvidado de jugar.

Aquel día en especial, mis hermanos y yo estábamos muy cansados porque todo el santo día estuvimos de un lado para otro sin parar, eso sí…siempre sonrientes porque disfrutábamos de lo esencial, el amor a la vida y a la amistad.

No se habían ido todavía los últimos rayos de sol cuando nos
fuimos a regañadientes a descansar y a dormir. Al día siguiente nos despertamos a las siete de la mañana, recuerdo muy bien que todavía era de noche, pero a nosotros nos daba igual, era día de Reyes y, cómo todos los niños, también teníamos sueños e ilusiones, aunque lo cierto es, que poco podíamos esperar.

La sorpresa que nos esperaba a mí y a mis hermanos fue de lo más original: nos encontramos con un montón de botas de agua de todos los tamaños y colores. Todavía no nos habíamos aseado, pero eso sí: todos estábamos con las botas puestas.

La gran alegría que me llevé nunca la podré olvidar. Al salir a la calle, empezó a llover, nos temían hasta los charcos. Son recuerdos que no se olvidan, todo lo contrario: los llevas con alegría. En mi mente todavía tengo clavada la cara de satisfacción que mi padre tenía al ver cómo disfrutábamos ese día de ilusiones…

¡Pobre hombre! Su cara lo decía todo.

Un comentario en «Seis pares de botas [de Ángel Dámaso Soto]»

  1. Un bello relato sobre el esfuerzo de los padres por hacer felices a los hijos. Felicidades para el autor.

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