Prólogo al libro ‘Ojos rebeldes’

OJOS REBELDES
Desde la clarividencia de la penumbra

El medio centenar largo de textos que acoge este volumen se deben a diez de los asistentes al taller literario de escritura creativa que, con idéntico membrete que da título al libro, se desarrolló entre personas con graves deficiencias de visión en Almería desde enero de 2014 hasta febrero de 2020 bajo la coordinación del que suscribe. El blog «Ojos Rebeldes» fue albergando desde sus inicios muchos de estos relatos, que conocieron a través de este medio su primera difusión, habiendo sobrepasado el blog las doscientas mil visitas en este tiempo.
A lo largo de los seis años de funcionamiento del taller concurrieron al mismo entre veinticinco y treinta interesados, aunque la asistencia de algunos fue efímera o esporádica, irregular en definitiva; por lo que no todos acabaron aportando alguna creación para ser analizada y debatida en grupo, ya que tanto la creación como su presentación se debieron a decisiones individuales, estrictamente libres. De ahí que no se recoja en esta publicación ninguna obra de un significativo porcentaje de aquellos que en variadas ocasiones participaron en la actividad. Sí se da cabida, en cambio, al grueso mayor de las creaciones de los asistentes más asiduos y perseverantes, la columna vertebral del taller.
Un día a la semana, durante una hora los primeros años (a rebufo de un taller de lectura impartido por Helena Ríos), dos horas los últimos, los componentes del taller fueron realizando lecturas críticas de textos narrativos debidamente seleccionados por el coordinador (relatos, cuentos, fragmentos o capítulos de novela, etc.); aproximaciones teóricas al hecho literario, con especial atención a cuestiones relativas a técnicas narrativas (desde el argumento y los personajes hasta el narrador y el punto de vista, la estructura, el espacio, el tiempo y algunos recursos estilísticos, entre otros elementos), sobre todo con la mira puesta en la faceta creativa; desembocando todo ello en la presentación y discusión en común de creaciones propias, debidas a los talleristas.
La predisposición constructiva y el buen entendimiento fueron claves para originar un ambiente favorable al desarrollo satisfactorio del taller, propiciando un aliciente para acudir los días señalados a las sesiones, las cuales acabaron convirtiéndose en encuentros entre amigos, más allá de la situación personal o de la vocación literaria.
Dado que los problemas de visión constituyeron de inicio el vínculo que determinó la asistencia al taller, de inmediato se estableció entre los concurrentes un ambiente solidario, de comprensión plena y de afinidad, que prevaleció por encima de las grandes diferencias de edad entre unos y otros asistentes: desde jóvenes con dieciocho años hasta personas con ochenta y ocho.
Huelga decir que cada autor ofrece en sus creaciones rasgos individuales, tanto desde el punto de vista temático de los asuntos como en el plano formal del estilo, originada esta variedad en la divergentes formaciones y experiencias vitales de cada cual.
Como fuente de inspiración y materia narrativa es habitual que recurran a las vivencias personales, con fuerte matiz autobiográfico, ora aborden episodios del mundo de la infancia y la juventud, predominando en estos casos el tono nostálgico, ora se valgan de acontecimientos recientes, a veces con las dificultades derivadas de la discapacidad en sí como eje y trasfondo del relato, si bien con distintos fines e intenciones.
Por ende, predomina la perspectiva realista en los relatos, quizá con una sola excepción, enfoque acorde con el propósito de mostrar al mundo exterior la realidad del discapacitado, lo mismo en su vida cotidiana como en la especificidad de la discapacidad sin paños calientes, denunciando mitos y falsas creencias profundamente arraigados en la sociedad; aunque siempre con espíritu voluntarioso y optimista. Por ello, a este propósito objetivador le corresponde una expresión formal sencilla, sobria, austera con frecuencia, sin alambicados recursos estilísticos. Lo cual no implica que se trate de un discurso poco elaborado, así como el rechazo al empleo de recursos tan populares como el humor, la ironía e, incluso, la sátira y el sarcasmo.
Manuel Alonso Pino se retrotrae a las vivencias corrientes de unos días veraniegos, enmarcados en las vacaciones escolares durante la adolescencia, que acabarían siendo excepcionales, unos días significativos a la postre, convertidos con el tiempo en memorables y añorados; mostrando una excelente vitalidad y un humor tan sano y envidiable como solapado en una narración desenfadada y sencilla solo en apariencia, dado que fluye con total naturalidad.
Ginés Bonillo, el más prolífico, pone insistentemente el foco de interés en el mundo de la discapacidad visual, bien para reflejar vivencias cotidianas que escapan de ordinario al resto de la población, bien para denunciar la frecuencia de cándidos encorsetamientos, a pesar de ser bienintencionados, así como desvelar multitud de falsas creencias muy extendidas en la sociedad; armonizando la intención didáctica y divulgativa con el uso del humor y la ironía como herramientas terapéuticas y pedagógicas.
Ángel Dámaso Soto, también muy fecundo, parte de argumentos de carácter nostálgico de la infancia para ocuparse habitualmente, entre otros muchos asuntos, del mundo cotidiano de la discapacidad para ofrecer, con tonos vitalistas, una visión optimista de la vida, así como subrayar el recurso a la inteligencia para saber adaptarse a la nueva situación de ceguera sobrevenida (la tan actual resiliencia); y ponderando a cada paso una escala de valores que abarca desde el esfuerzo, la bondad y la honestidad, hasta la generosidad, la dignidad y la solidaridad, adoptando actitudes críticas y, en ocasiones, fustigadoras tanto en lo individual como en lo social.
Inma Ferre Gómez explora también en el recuerdo sublimado del pasado -la infancia y la juventud en especial-, descubriendo aquí una rica materia creativa, por lo que transmite una carga vivencial positiva y esperanzada, resaltando aquellos modelos por sus virtudes didácticas para el presente. Junto a estas intensas tonalidades nostálgicas rezuma por doquier un sentido espiritualista y cordial de la existencia, para derivar hacia delicados matices intimistas, reforzados con profusos rasgos poéticos. Y no rehúye tampoco propuestas humorísticas, así como exponer su preocupación y censura ante algunos derroteros que transita la sociedad actual.
María del Carmen Herrero Herrero desentraña con la pulcritud del taxidermista que va diseccionando, emoción a emoción, la intensa y crucial experiencia vivida en el encuentro tan anhelado como temido con uno de los símbolos del mundo de la ceguera: el perro guía y, a continuación, la trascendental adaptación tanto personal como familiar al nuevo compañero; concibiendo la vivencia como unos ilusionantes primeros pasos con «unos nuevos ojos, una nueva mirada, un nuevo punto de vista, una nueva visión» a la que adaptarse todos.
Araceli Llamas Fábrega sondea en un episodio enternecedor de la infancia, al que considera su primer recuerdo, en el cual se plasma ya su personalidad afable y cordial, caracterizada por una profunda humanidad y sencillez (que extiende al resto de los personajes); entrelazando refinadamente la perspectiva literaria del narrador adulto (la creativa en el presente) con la ingenua visión infantil (la vivencial del pasado).
Francisco Olivencia Orozco también rastrea en la más tierna infancia el origen de las secuelas físicas y psicológicas de un incidente. En otro lugar plasma con espíritu luchador, enérgico y, a la vez, constructivo la urgencia social de batallar en todos los niveles por la inclusión del discapacitado, evitando su marginación; en tanto denuncia como contrapartida la decepcionante actitud de apatía y dejadez de parte de los poderes llamados por principios propios a ocuparse de tales cuestiones.
Ana Redondo Valdivia, mujer dotada del ingenio y gracejo característicos de la sublime oralidad popular de que hacen gala el juglar y el cuentacuentos, rasgos reflejados en la desenvoltura y amenidad de su estilo, fija su mirada en los modos de vida de una España muy lejana, trayendo a colación sucesos que rozan lo legendario y fabuloso en el universo geográfico ancestral de su niñez; unos modos descritos a la par con sencillez y crueldad, con humor y nostalgia, y a la vez con sentido crítico y objetivo, sin edulcoraciones ni acritud, mas enriquecidos con valiosas aportaciones intrahistóricas y deliciosas valoraciones subjetivas.
Juan Romero Moyano recala narrativamente también en sus años juveniles en Alhucemas (Marruecos) para transmitirnos un valioso testimonio intrahistórico con sesgos objetivos -sin muestras de añoranza ni estéril nostalgia- acerca de una época cada día más lejana, de unos modos de vida que traslada a un fresco amplio, una crónica fiel, no exenta de licuado fino humor, aportando datos tan interesantes que han merecido ser aprovechados en investigaciones universitarias de peso. También analiza el primer contacto con el deterioro de su visión; y detalla sus inquietudes ante sucesos tan recientes como la pandemia de coronavirus declarada en 2019.
Andrés Sánchez Bonillo aprovecha como materia narrativa una vivencia cotidiana común, conocida por todos, para denunciar con singular sentido del humor la invasión –y aceptación sumisa- de tecnicismos, la mayoría extranjerismos, que caracteriza a la época actual; y recurre -ya desde el mismo título- a la creación jocosa de términos con afán crítico y sarcástico respecto al seguimiento inconsciente de lo que considera una moda superflua con sesgos de modernidad y progreso.
Este somero repaso a los asuntos más destacados de sus producciones revela que la discapacidad, por encima de constituir un aspecto más de su vida, no es determinante para su literatura; quizá con la excepción engañosa del que suscribe, quien ha escogido deliberadamente sus relatos sobre esta temática, reservando los que giran sobre asuntos diferentes para otras publicaciones. Téngase en cuenta, por otra parte, que cuando abordan estas cuestiones, siempre lo hacen con naturalidad y con sentido crítico, de denuncia, o como factor social concienciador.
Elocuente resulta al respecto el texto que sirve de presentación-bienvenida al ya citado blog «Ojos Rebeldes» (ojos_rebeldes.es):

OJOS REBELDES
(Experiencias artificiosas desde la clarividencia de la penumbra)

Ciegos o casi ciegos; sin eufemismos, sin complejos. Nuestros ojos rebeldes, cual albatros inmaduros, se han lanzado por su cuenta, o por cuenta ajena, al vacío del abismo y nos han privado de la tierra firme para la que fuimos, en principio, concebidos.
Pero nosotros, realojados en el nuevo territorio que ocupamos, nos rebelamos contra el tedio que tiende a arrastrarnos irremisiblemente hacia la vacuidad de la inercia o a relegarnos a una postración huera.
Un grupo de afiliados a la ONCE en Almería, reunidos una vez por semana en un Taller de Escritura, deseamos dar a conocer en este espacio los resultados literarios de nuestras indagaciones en torno a las vivencias cotidianas inherentes a la situación y circunstancias establecidas en el nuevo territorio en que nos desenvolvemos; y queremos dejar constancia de nuestra rebeldía ante las visiones trágicas o conformistas, así como frente a las actitudes, propias y ajenas, que habitualmente conllevan. Esta es nuestra propuesta desde el nuevo código.

Así se presentaban, así se ven, así proceden. Las visiones dramáticas o sumisas se quedan en casa, lamiéndose las heridas sin consuelo. Ni asisten a ningún taller, ni escriben, porque no terminan de asimilar el nuevo territorio, ni tampoco se atreven a emprender nuevos primeros pasos que les permitan afincarse en una nueva dimensión. Ellos no.
Cabe destacar que con anterioridad solo dos de ellos, Bonillo y Ferre, habían publicado de forma significativa; por lo que, en la práctica, los demás se estrenan en papel aquí.
En prototipos de la crónica intrahistórica se erigen Romero y Redondo, quien también lo es de la espontaneidad; como Alonso y Llamas, de la sencillez y la cordialidad; y Herrero, de la ilusión y la determinación. Encarnan la visión optimista y esperanzada Dámaso, Herrero, Olivencia y Romero; y representan el intimismo Dámaso y Ferre, quien destaca en ocasiones por su lirismo. El humor sutil y solapado lo aportan Alonso, Bonillo y Romero; en tanto Redondo y Sánchez se sirven de un humor irónico y socarrón. El sentido crítico, como denuncia social, aflora con frecuencia en muchos, desde Bonillo y Dámaso a Olivencia y Sánchez, entre otros. Llama la atención, por último, que sean los dos autores de mayor edad, Romero y Ferre, quienes se hayan ocupado de las inquietudes sociales surgidas a raíz de un asunto tan preocupante como la actual pandemia de coronavirus, y ambos con tintes críticos.
Cada tallerista presentó en su día para el análisis y discusión ante los demás los textos propios que estimó oportuno. En ningún caso se puso límites a la decisión individual de cada uno, lo mismo en lo referente al número de creaciones presentadas como a los asuntos tratados y a las formas estilísticas y narrativas empleadas en ellas. En el debate, solo se le dieron pautas literarias, se le comunicaron observaciones, y se le aportaron sugerencias, que aceptó o no según su buen entender.
No obstante, algo los unifica y es que -sin llegar al extremo de Jorge Luis Borges en su Poema de los dones: «Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche.»- en todos ellos, sin una sola excepción, predomina un enfoque vitalista ante los serios inconvenientes que acarrea la discapacidad visual, transmitiendo una concepción de la vida optimista, voluntariosa y agraciada. Hasta el punto de que la mayor parte de los relatos no versan en absoluto sobre ningún tipo de discapacidad, prueba de que esta solo constituye un componente más de sus vidas.
El taller de escritura se convirtió, de esta forma, en un medio para propiciar de forma eficaz una corriente colectiva e individual de valoración, confianza y autoestima, fomentando la creatividad y, lo que es más importante, el aliento individual cimentado en la empatía mutua.
¬Así pues, a través de este volumen brindan un testimonio amplio de los principales frutos de su actividad creativa que, regida por la imaginación y el empeño, se erige en un señero ejemplo de superación e ímpetu vital, de cómo elevar la discapacidad a la categoría de fuerza motriz en pro de la creación artística. El arte nunca tan utilitario, al servicio de la vida y, en definitiva, no solo como distinto modo de vida, sino como forma de sublimar dudas y tedios, dolores y rabias, obstáculos y fracasos. El taller cumplió el cometido para el que fue proyectado. He aquí la evidencia material, irrefutable.
Ahora, con la publicación en 2021 de esta selección de relatos por parte de la editorial Arráez -«Obras son amores», sostiene la sabiduría popular- se corona el proceso, pues ven los diez autores cumplidas sus ilusiones, así como fomentadas su creatividad y autoestima, objetivos que se trazaron cuando decidieron poner en marcha el taller en 2014.

Almería, agosto de 2020 / julio de 2021

Ginés Bonillo
Coordinador del Taller