La noche estaba llorando
Un rayo de luz gritaba. El perro desesperadamente ladraba sin saber qué le pasaba. Un aire espeluznante, de un fuerte golpe, rompió el cristal de la ventana.
Su intuición le decía que la noche estaba llorando. Sus oídos sentían las lágrimas caer en el tejado. Sentía algo raro, pero no sabría explicarlo.
Quiso comprobar si algo había cambiado. Olvidó sus miedos. Abrió la puerta de par en par.
Quedó en silencio, mas pudo comprobar que el mundo, por desgracia, continuaba igual: nada había cambiado. La noche vestía de negro.
Presintió que el cielo estaba llorando por él.